miércoles, 20 de agosto de 2008

Al “Kun”pás del tamboril…


Alguna vez nos tenía que tocar. Desde la final de la última Copa América disputada en Venezuela en 2007, cada argentino futbolero tenía una espina clavada. En esa ocasión, no nos alcanzaban los dedos de las manos para contar cuántos goles les íbamos a hacer. Pero chocamos con la realidad. Aquel día, la superioridad brasileña fue total, y la victoria, inobjetable. Una mezcla de practicidad y contundencia le permitió esa tarde al Scratch levantar la copa. Algo parecido sucedió en el partido de semifinales del torneo de fútbol de los Juegos Olímpicos, pero fuimos los argentinos quienes festejamos. Actitud, efectividad, y sobre todo, goles en los momentos menos pensados (como pasó con los de Júlio Baptista y Ayala en contra aquella tarde de Maracaibo), fueron las bases sobre las que el equipo nacional construyó una victoria que será difícil de olvidar. En el entretiempo, nadie imaginaba lo que iba a pasar. La venganza es un plato que se sirve frío.

El primer tiempo fue parejo en todo momento. Los generadores de juego de ambos equipos debían retroceder hasta la mitad de cancha para hacerse de la pelota y escapar un poco de las marcas. Con Gago y Mascherano repartiéndose la marca de Ronaldinho; Lucas Leiva “ahogando” a Riquelme; y toda la franja izquierda de Brasil escalonándose para la marca de Messi, el partido perdió en emoción y los equipos se prestaban la pelota. Sin embargo, cada bando dispuso de una situación de peligro: primero, Rafaél Sóbis pifió un taco cerca del área chica luego de un centro del lateral derecho Rafinha, y minutos después, Sergio Agüero, tras una buena jugada, remató de zurda desviado dilapidando la más clara de los primeros 45. Argentina era un poquito más.

Los de Batista salieron un poco más “enchufados” al segundo tiempo. Con Riquelme un poco más preciso, el equipo tomó la pelota. A los 7minutos, cuando no pasaba nada, Sergio Agüero rompió el 0-0 corrigiendo con su pecho la trayectoria de un disparo de Ángel Di María que se iba claramente afuera. 1a 0 y tranquilidad. Pese a que la dupla central argentina se fue afirmando con el paso de los minutos, Brasil casi encuentra el empate cuando Sóbis estrelló una pelota en el palo. Dunga dispuso de la entrada de Thiago Neves para intentar juntarse con Ronaldinho en la creación de juego, pero la verdeamarelha no encontraba los caminos. Todo se le hizo más cuesta arriba cuando, a la salida de un tiro libre, Ezequiel Garay remató cruzado, y ante la mirada de los defensores rivales, nuevamente el Kun Agüero desvió la trayectoria de la pelota para establecer el 2-0. Los dos goles abajo borraron a Brasil de la cancha. Los albicelestes manejaban el partido con confianza y tranquilidad. Por si quedaba alguna duda, el propio Agüero recibió una clara falta en el área que fue cambiada por gol por Juan Román Riquelme. El 3-0 desató la fiesta. Sólo quedó tiempo para que Thiago Neves y Lucas Leiva se hicieran expulsar, mostrando la impotencia de un equipo que se despedía de la lucha por ganar la primera medalla de oro en fútbol de Juegos Olímpicos.

El sábado a la 1 se viene otra revancha, esta vez contra Nigeria. Los recuerdos de la final de Atlanta 1996 todavía están presentes. El camino hacia el objetivo todavía no terminó. Ahora sí, vamos por el oro.


Pablo

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